Silvia Ribeiro*
28-02-2010
Es grave e irresponsable el intento de FAO de legitimar los transgénicos como solución al hambre y la crisis climática en el tercer mundo, cuya expresión más reciente es la conferencia Biotecnologías agrícolas en los países en desarrollo (Guadalajara, México, 14 de marzo). Frente a las críticas que van en aumento, los funcionarios de FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) declararon que la biotecnología es más que transgénicos y ellos sólo plantean opciones”.
Pero los documentos que coordinó la FAO para la conferencia no recogen cuestiones fundamentales sobre biotecnología, como el dominio de las empresas trasnacionales sobre todo el sector. Ignoran también los resultados a la vista del uso de biotecnología agrícola: la contaminación transgénica de las variedades campesinas, el aumento del uso de agrotóxicos de esos cultivos (que empeora el cambio climático) y otros impactos sobre el ambiente y la salud de los consumidores.
Si FAO hubiera querido realizar un proceso de discusión sobre “opciones”, no podría haber organizado una conferencia sesgada, sin la participación de los actores fundamentales, y desechando las posiciones críticas. Ahora, lo que hace la FAO es condonar la apropiación de las semillas y la cadena alimentaria del planeta que crece por parte de unas pocas trasnacionales de transgénicos, lo cual agravará el hambre y el caos climático.
La conferencia partió de un proceso errado desde el inicio: no estaban –y siguen sin estar– los campesinos y agricultores familiares y sus organizaciones, que son nada menos que los que producen la alimentación de la mayoría del planeta y son la clave más importante para enfrentar la crisis climática y alimentaria. Este rol fundamental de las campesinas, pastores, pescadores artesanales y otros pequeños productores ha sido confirmado con nuevos datos en varios reportes recientes. (Por ej. ¿Quien nos alimentará? Preguntas ante la crisis climática y alimentaria, del Grupo ETC www.etcgroup.org/es/node/4952 )
Pero la FAO no se preocupó por esta notable falta, sino que consideró que invitando a una decena de individuos de organizaciones no gubernamentales internacionales cumplía con la formalidad “participativa”. La mayoría de esos invitados seleccionados por FAO son de organizaciones de las trasnacionales de la industria de los transgénicos (como Croplife y Biotechnology Industry Organization, BIO) u organizaciones de grandes agricultores industriales y ONG e instituciones que son favorables o turbiamente ambiguas a los transgénicos. Como excepción, Pat Mooney, director del Grupo ETC, aceptó integrar el comité de pilotaje de esta conferencia, luego de mucha insistencia de parte del secretariado de la FAO que aseguró sería un proceso “justo y neutral”.
El 23 de febrero 2010, Pat Mooney, Premio Nobel Alternativo y uno de los más profundos conocedores del trabajo de la FAO desde hace 40 años, renunció públicamente a este comité, luego de constatar que en todo el proceso, la FAO nunca tomó en cuenta ninguna de sus observaciones y recomendaciones, pero sí usó su nombre para justificar ante organizaciones mexicanas que no les permitirían participar en la conferencia, pero que Mooney representaba sus preocupaciones.
Fuente:La Jornada
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